En los últimos años hemos sido testigos de un acentuado marcado deterioro, crisis y transformación de los sistemas democráticos a nivel global. Este fenómeno ha generado una oleada de investigaciones centradas en el análisis del declive de las democracias, el ascenso de candidatos populistas y antipolíticos y las amenazas provenientes de ideologías radicales que desafían los fundamentos del orden democrático. Estos estudios han revelado la creciente vulnerabilidad fragilidad de las democracias, mostrando cómo factores internos y externos, incluyendo la desafección ciudadana y la manipulación de las instituciones, contribuyen a su debilitamiento.

En este contexto, la segunda edición del Congreso Internacional sobre los Grandes Desafíos de la Democracia Contemporánea, organizado por la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo (Chile) y la Facultad de Empresa, Derecho y Gobierno de la Universidad Francisco de Vitoria (España), se propone ir más allá de una mera reconsideración de los síntomas y causas del asedio a las democracias. En su segunda edición, el Congreso busca explorar de manera profunda y rigurosa la evolución institucional de las democracias contemporáneas a la luz del comportamiento y la influencia de sus actores políticos, sociales y económicos. En un momento histórico en el que el término "democracia" es ampliamente invocado por múltiples actores, es crucial reconocer que no todos los discursos que la reivindican lo hacen con el mismo propósito y dotándola del mismo significado.

Las instituciones y las normas que sustentan el funcionamiento democrático son fundamentales, ya que la democracia no solo consiste en alcanzar fines específicos, sino también en respetar los procedimientos y los principios que la definen. Es la observancia de estos procedimientos, y no únicamente los resultados, lo que garantiza la integridad de los sistemas democráticos. Custodiar los procedimientos democráticos implica, por ende, salvaguardar la democracia misma. El consenso procedimental es, en este sentido, la piedra angular del sistema democrático, y cualquier ataque o deslegitimación de sus principios básicos, muchos de ellos no escritos, puede abrir la puerta a simulaciones autoritarias que pretenden erigirse como alternativas al Estado de Derecho, socavando las democracias desde dentro.

La democracia impone obligaciones tanto a las mayorías como a los actores más influyentes del sistema, exigiendo de todos ellos el reconocimiento y el respeto de las reglas democráticas, muchas de ellas no escritas, como las únicas legítimas en la arena política. La relación y el compromiso estable entre actores e instituciones suponen un baluarte esencial contra impulsos autocráticos y cesaristas. La estabilidad democrática depende en gran medida de la legitimidad derivada del consentimiento ciudadano y de la percepción de que sus intereses y fines pueden ser satisfechos dentro del marco institucional vigente. Cuando las instituciones pierden su prestigio y utilidad ante los ojos de los ciudadanos, el riesgo de desapego y la consecuente mutación del sistema pueden

conducir a su colapso. Las élites y actores, por tanto, tienen el deber ineludible de proteger y dignificar las instituciones democráticas, contrarrestando cualquier tentación de buscar soluciones redentoras por vías no democráticas y mostrando contención institucional.

Este congreso se propone como un espacio de reflexión y diálogo en el que se pondrán en valor investigaciones, proyectos y presentaciones – tanto finalizadas como en curso – que exploren la compleja relación entre las élites y la democracia. Los temas abordados incluirán: 1) actitudes e ideologías que moldean la acción de las élites, 2) su rol institucional de las elites (representación, partidos políticos), 3) las dinámicas de las carreras políticas, incluyendo el reclutamiento, la interacción y la profesionalización de los actores políticos, y 4) las prácticas institucionales.

El objetivo primordial de este congreso es generar espacios de encuentro y conocimiento nuevo y transformador que pueda contribuir a la renovación y el fortalecimiento de las instituciones democráticas, capacitándolas para enfrentar tanto los problemas coyunturales como los desafíos a largo plazo. En última instancia, aspiramos a que este congreso no solo identifique los problemas y desafíos actuales, sino que también ofrezca caminos concretos para la construcción de democracias más robustas, capaces de responder efectivamente a las expectativas y necesidades de los ciudadanos en un mundo en constante cambio desde el respeto a la dignidad y la libertad de la persona y la contribución al bien común.