Tras siete meses de guerra, ambos bandos están pagando un precio muy caro por no dar por concluida la opción militar
El 28 de abril una delegación de Hamás se encamino hacia el Cairo desde Doha para responder a la última oferta de un alto al fuego de Israel antes de que inicie la ofensiva final sobre la ciudad de Rafah, último bastión bajo el control de Hamás en su antiguo feudo de Gaza. La alternativa a un acuerdo sería comenzar la fase final de la presumible total ocupación militar por el Tsahal de la franja de Gaza y el conflicto entraría en un nuevo punto de inflexión en el cual el futuro de Hamás como uno de los actores principales en el contencioso israelí-palestino sería, por decir algo, incierto.
Tras casi siete meses de guerra, ambos bandos están pagando un precio muy caro por no dar por concluida la opción militar para lograr sus objetivos. Desde hace meses las presiones internas y externas sobre el primer ministro israelí Benjamin ‘Bibi’ Netanyahu y el líder de la milicia Hamás Yahya Sinwar son intensas y para ambos líderes la falta de resultados concretos sobre el terreno de sus decisiones empiezan a amenazar su propia supervivencia como tales;
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