David Skuli
Un profesor de historia fue decapitado el 16 de octubre de 2020 en Francia por mostrar a sus alumnos, unos días antes, dos caricaturas del profeta Mahoma tomadas de Charlie Hebdo para ilustrar un curso sobre la libertad de expresión y el derecho a la blasfemia. Su asesino es un joven ruso de 18 años de origen checheno, que vivía en un barrio obrero como cualquier otro joven de un suburbio francés y que poco a poco se radicalizó en el anonimato total antes de cometer su terrible crimen.
Si Francia, debido a su historia colonial, su reivindicación del concepto de laicismo y la expresión política de sus valores se encuentra en primera fila del peligro extremista, muchos países y particularmente en Europa se han enfrentado durante varios años a un crecimiento de esta violencia extrema que encuentra su justificación en una interpretación fundamental de la religión, el Islam en este caso, o en un rechazo –por parte de ciertos individuos o comunidades– de los valores y leyes de las sociedades de acogida. A nivel europeo, ahora se considera el regreso de los combatientes de la yihad y sus familias a sus países de origen una amenaza adicional.
Este artículo se propone primero analizar el proceso psicológico de radicalización en general, para evocar también las condiciones de un posible paso al acto violento de quienes se encuentran perdidos en el extremismo violento y, en segundo lugar dar un enfoque al islamismo radical dada su actualidad para finalmente comparar los diferentes programas de prevención o desradicalización implementados por algunos países europeos pioneros.
Antes de nada, es necesario profundizar la etimología y la semántica para eliminar posibles ambigüedades. La radicalización es la adhesión incondicional a un sistema que promueve la adopción de creencias políticas o religiosas que no son compartidas por todos. Además, hay varias formas de radicalización que explicaré más adelante. En el campo de la religión, cabe señalar que si el Islam es una religión, el islamismo es una ideología política y social que procede de una interpretación del Islam y que puede convertirse en un pensamiento extremo. El islamismo radical proviene del islamismo y existe una relación tautológica entre los dos términos.
Por otro lado, si el musulmán es un creyente, respetable al igual que todos los demás creyentes de las religiones del libro, o no creyentes, el islamista es un activista, un partidario del islam radical. El yihadismo es una ideología política que está claramente vinculada al uso de la violencia para establecer un estado islámico o restablecer un califato. La yihad (de la cual proviene el neologismo yihadismo) es una parte importante del islam y no necesariamente se refiere a la violencia o la guerra. Es un deber religioso que significa "esfuerzo, lucha, resistencia". La desradicalización es un programa que tiene como objetivo deshacer el proceso de radicalización y reintegrar al individuo a la sociedad. (Seguir leyendo)
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David Skuli, analista del Centro de Seguridad Internacional del Instituto de Política Internacional (Universidad Francisco de Vitoria)
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