Enrique Fojón Lagoa
La guerra de Rusia contra Ucrania continúa y ha puesto en evidencia muchos aspectos de la realidad tales como que la debilidad de Occidente es provocadora porque ha eclipsado cualquier tipo de disuasión. El presidente ruso, Vladimir Putin, ha logrado, inadvertidamente, lo que era muy difícil de pensar en Occidente: una revolución en la política de seguridad y defensa alemana. En una notable sesión del Bundestag, el 27 de febrero, el canciller alemán Olaf Scholz, tras su entrevista con el Presidente Biden, anunció medidas que parecerían imposibles unos días antes. Estas incluyen un Fondo de Defensa de 113 mil millones de dólares para modernizar la Fuerzas Armadas alemanas, anclado en la Ley Básica de Alemania lo cual impide pueda emplearse para ningún otro propósito en el futuro, y un aumento en el gasto anual de defensa a más del 2 % del producto interior bruto.
Nils Schmid, miembro del Parlamento de Alemania y portavoz de Exteriores del Partido Socialdemócrata, describía el papel secundario que desempeñan los militares en la política de su país. “Lo normal es que los miembros del Bundestag no mantengan con los militares el contacto que tiene con casi todas las demás capas de la sociedad”, dijo Schmid, refiriéndose a los miembros del Parlamento. Alemania puede ser un importante exportador de armas, pero en términos de producción nacional "la industria armamentista no es realmente relevante", y en consecuencia los representantes políticos no la atienden. Aseguró el mismo portavoz que se abre una “gran distancia, frente a todo lo militar, en la sociedad alemana”. Suena a cercano. (Seguir leyendo)
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Enrique Fojón, investigador del Centro de Seguridad Internacional del Instituto de Política Internacional.
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