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  • Centro para el Bien Común Global

Libertad sin ira, libertad

Yoandy Izquierdo  

  

El mes de julio siempre ha sido mi favorito: verano, vacaciones, el mes en que mis padres me trajeron a este mundo, mi primera graduación en una Universidad, el nacimiento de mi primera sobrina, mi matrimonio civil. Todos ellos motivos de infinita alegría, solo opacados por este 11 de julio que debería pasar a llamarse, desde ahora, el Día de la Dignidad Nacional. Ya lo venía expresando el sufrido pueblo cubano. La crisis sobre crisis lo alertaba. Las medidas de los últimos tiempos lo iban catalizando. Pero los servidores públicos, ajenos a los signos de los tiempos, y desapegados del corazón del pueblo, parecían ajenos a la realidad que podía convertirse en un detonante para la libertad. Y esa fue la llama que prendió el 11J: disfrutar el valor de la libertad sin haber llegado a ella, pero conscientes de que ese es el inevitable camino. Quien intente negar este derecho recae en el oprobio de obviar la esencia de la persona humana y su dignidad. 

Por mucho que el gobierno hable mal de las manifestaciones populares iniciadas el pasado domingo, hubo más gritos de libertad que tiendas saqueadas. Libertad es la palabra de orden. Las traducciones son otra cosa, sobre todo cuando se quiere ocultar la verdad, que en esta hora de Cuba ya es imposible. Remitirnos a Martí, ese que ha sido tan usado a conveniencia de unos y otros, es como leer el Evangelio del civismo en Cuba. Que él hable también por nosotros, y con nosotros, porque en estos momentos críticos y decisivos la fuerza de su palabra nos empuja a hacerla letra viva: “Amamos a la libertad porque en ella vemos la verdad. Moriremos por la libertad verdadera; no por la libertad que sirve de pretexto para mantener a unos hombres en el goce excesivo, y a otros en el dolor innecesario”. Hay tres cosas que ningún cubano de a pie desconoce, por mucho que se intente tildar de “confundidos” a los manifestantes: el móvil que condujo a la primera protesta -impulsora del resto-, el contenido de las principales demandas, y la forma en que fueron concebidas. (Seguir leyendo) 

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Yoandy Izquierdo. Licenciado en Microbiología. Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria (Madrid). Miembro del Consejo de Redacción de la revista “Convivencia”. Responsable de Ediciones Convivencia. 

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