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Centro para el Bien Común Global

Opciones de Irán en el escenario de Oriente Medio

Gabriel Cortina 


Oriente Medio es uno de los escenarios donde tienen lugar la dinámica de juegos de la realidad geopolítica global, e Irán se encuentra hoy en posición de mover ficha. Teniendo en cuenta la afirmación histórica de que “Teherán siempre responde”, el atentado contra el general Qasem Soleimani, ocurrido en la madrugada del pasado 3 de enero, mantiene en la expectativa a una región en situación de conflicto permanente, y a Estados Unidos de forma particular. Además, Soleimani murió junto al 'número dos' de las Fuerzas de Movilización Popular (FMP), la coalición de milicias progubernamentales iraquíes apoyadas por Teherán. Si el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) se encarga de consolidar la influencia de Irán en la región, y supone la encarnación militarizada de un ideario expansionista -los guardianes de la revolución de 1979-, la nueva dirección podría implicar cambios en la agenda política y diplomática. 


Tras el atentado, el Líder Supremo iraní, Ali Jamenei, señaló que “la región ya no tolera más la presencia de EE.UU.” y el ministro de Exteriores Mohamad Javad Zarif indicó que “la verdadera venganza se consumará cuando los norteamericanos hayan replegado sus tropas de la región”. Por región debemos entender que se refiere a Irak, escenario de la operación contra el comandante de la fuerza de élite Al Quds de la Guardia Revolucionaria, pues también fue el terreno elegido por la artillería iraní cuando lanzó, como represalia, docenas de misiles balísticos Fateh-313 contra la base área de Ain Al Asad y contra el cuartel general de la coalición internacional en Erbil. Desde el punto de vista de los frágiles resultados obtenidos, este tipo de respuesta armada ha sido puesta en duda -confirmada con el tiempo-, pues la capacidad de disuasión iraní es objetivamente mucho mayor y letal. Los 80 soldados estadounidenses muertos y los 200 heridos, anunciados en las cadenas de televisión iraníes, no han aparecido, y el mensaje ha ido acompañado por la insistente afirmación de que “la venganza ha sido consumada”. A pesar del impacto mediático y de haber sido bautizada como Operación Mártir Soleimani, los hechos manifiestan que algo ocurre en los ámbitos de decisión político y militar. Una respuesta que, pudiendo darse, no ha sido efectiva todavía, es una llamada de atención. Pero en el caso de Irán, cabe suponer que es un síntoma de que el enfoque de inteligencia, en un ejercicio de realismo, se apueste por otro tipo de alternativas, donde el corto plazo no sea el factor determinante que impulse a la reacción de venganza contra Estados Unidos, sino a tomar nota de las lecciones aprendidas y centrarse en los objetivos estratégicos, en su situación deseada. 


El derribo del Boeing 737-800 del Ukraine International Airlines tres días después, tras su despegue del aeropuerto, en el suroeste de Teherán, fue públicamente reconocido como un grave error por parte de las autoridades, pero no es relevante desde el punto de vista de este análisis. Lo que es significativo es lo siguiente: una ofensiva con misiles balísticos contra las bases norteamericanas, aparentemente fallida, en el contexto de un país movilizado y en duelo por la pérdida del todopoderoso general a cargo de las operaciones en el exterior, es un mensaje – o un doble mensaje- enviado al adversario que hay que saber interpretar. Para unos, significa que ha llegado el momento de plantear un cambio operativo o táctico, ganar tiempo y estudiar con calma nuevas posibilidades de actuación; para otros, implica una oportunidad que ayuda a poder iniciar cambios dentro del Régimen, y por lo tanto en su política internacional. 


La línea que separa el soft del hard power implica elevar una escalada de tensión y unas medidas proporcionadas de disuasión. El presidente iraquí teme que su país se convierta en un campo de batalla, pero poco puede hacer, pues desde la Operación Libertad Iraquí (2003-2011), son casi dos décadas en las que, vía conflicto convencional o insurgente, se ha hecho imposible una mínima estabilidad que permita el orden político y el desarrollo social y económico. Por parte de Washington, cabe recordar que apenas seis meses antes, en junio de 2019, la Guardia Revolucionaria derribó un dron espía Triton MQ-4C estadounidense que ingresó en el espacio aéreo del país. Más allá de las declaraciones del presidente Trump, la reacción fue el anuncio del envío de 1.000 tropas adicionales a la región. El mismo jefe de las milicias revolucionarias de los pasdarán, el general Hossein Salami, afirmó que el derribo del avión no tripulado era una seria advertencia a Estados Unidos: “La única manera de que nuestros enemigos estén seguros es respetando nuestra soberanía, seguridad e intereses nacionales; Irán no quiere la guerra con ningún país, pero estamos completamente preparados para la guerra”. La respuesta le vino, precisamente, de un misil Hellfire lanzado por un dron MQ-9 Reaper, eliminando a quien fuera el arquitecto de la inteligencia y la fuerza militar iraní durante las dos últimas décadas. Con este gesto, Trump movía ficha en el tablero de juego y lanzaba un mensaje al próximo sucesor de los guardianes de la revolución. Ese mismo día, en su cuenta de Twitter se leía: “Iran never won a war, but never lost a negotiation!”. He aquí la cuestión de fondo, la negociación por el desarrollo de la capacidad del arma nuclear. 


En paralelo al lenguaje de los misiles, para comprender las opciones de Irán conviene tener en cuenta el contenido del discurso pronunciado el 17 de enero, en el rezo colectivo del viernes en la mezquita Mosalla de Teherán. Esto es altamente significativo, porque no se trata de una intervención de Alí Jamenei en el pleno del Parlamento, que es entorno político-gubernamental, sino en un evento religioso muy importante para la identidad del país, y en el sermón principal, como ayatolá. A esto se suma que es una intervención que no ha hecho desde hace ocho años y que llega en un momento de gran tensión en el país y en la región. Precisamente, la última vez que lo hizo fue en enero de 2012, cuando abordó la situación regional a raíz de la llamada 'Primavera Árabe', cuyas consecuencias y efectos dominó modificaron el panorama geopolítico de Oriente Medio y de la región Mediterráneo-Norte de África. 


Del conjunto de su intervención destaco tres ideas: primero, que Irán emerge como única nación que es capaz de ser fuerte, enfrentándose a los enemigos, especialmente a Estados Unidos, en un camino de hechos amargos y victoriosos: "El hecho de que Irán tenga el poder de dar tal bofetada a una potencia mundial muestra la mano de Dios. El mundo islámico debe abrir una nueva página, un nuevo camino; el camino de salvarse es no tener miedo del enemigo”. Segundo, que en referencia a la Fuerza Quds, se refirió a la Guardia Revolucionaria como “los combatientes sin fronteras que forman una organización humanitaria con valores humanos que sirven a todos los pueblos de la región”. Por último, en cuanto al pacto nuclear, afirmó que no se puede confiar en los tres Estados europeos firmantes del acuerdo (Alemania, el Reino Unido y Francia) y que sus acciones para presionar a Irán no funcionarán: “No tenemos reparos en negociar; no con Estados Unidos, sino con los demás; pero no desde una posición de debilidad, sino desde una posición de fortaleza”. 


Una influencia regional necesita de capacidad de disuasión creíble y de un músculo que le permita asegurar resultados en zona de operaciones, lo que implica el desarrollo de sus fuerzas armadas. Irán, además de los ejércitos de tierra, aire y la armada, cuenta con la poderosa Guardia de los pasdarán, unas unidades que suman la cifra de 130.000 efectivos. Sería falso creer que Irán está aislado. No hay que perder de vista el dominio que mantiene sobre el estrecho de Ormuz, un espacio donde circula el 20% del petróleo mundial, con un alto porcentaje del mismo en dirección hacia China y Japón, lo que le permite un poder enorme de negociación por temor al suma cero. Su armada, además del arma submarina, cuenta con un elevado número de pequeñas embarcaciones rápidas y artilladas, y una flota con capacidad para el minado de rutas y accesos. A pesar de las limitaciones a las importaciones de materiales y tecnología, por motivos del embargo comercial, cuenta con un buen know-how en misilística, sofisticados sistemas tierra-aire, y medios suficientes de proyección de fuerza, lo que le permite participar en escenarios proxy. El embargo le hace desarrollar capacidades propias, con una evolución adecuada, e implica atender a las posibilidades que le brinda la cooperación tecnológica y la oferta de equipos y sistemas de China y Rusia. 


El conjunto de gestos y declaraciones manifiestan que Irán se consolida en el escenario regional y que su actitud no es de retirada, sino de perseverancia y resistencia. Es un activo incisivo y ambicioso, que sabe salir indemne de los conflictos, por lo menos hasta la fecha. Desde el punto de vista histórico, tras la Revolución y la Guerra contra Irak, ha sabido superar escenarios adversos, desarrollando habilidades y procedimientos. Tras estas décadas, ha sabido reformar las fuerzas armadas y ha logrado mantener el espíritu de la revolución. La política exterior ha ido en paralelo a la política interior y no se producirán cambios significativos en el régimen. Desde el punto de vista geopolítico, su presencia el eje que va desde el estrecho de Ormuz (golfo Pérsico) al estrecho Bab-el Mandeb (mar Rojo, golfo de Adén, océano Índico) le permite una influencia privilegiada en rutas y accesos marítimos. 


Como conclusión, cabe afirmar que, desde el punto de vista estratégico, Irán ha sabido mantenerse tanto en el conflicto regular, como en el híbrido (caso de Hezbolá), y ha sabido aprovechar los acuerdos de paz Palestina-Israel, mediante su influencia en Hamás. Hoy esta influencia se manifiesta en El Líbano, Irak, Siria, Yemen, supera los límites de Oriente Medio y alcanza a Argelia, Senegal, la región del Sahel, e incluso hasta Venezuela. Lo que es importante, es que disemina ideas y metodología. En los momentos de debilidad o despiste Occidental ha sabido aprovechar para avanzar en el proyecto de desarrollo de la capacidad nuclear. En este contexto, para Irán es válida la afirmación de que “si hay confusión, hay oportunidad”. 

  

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Gabriel Cortina, diplomado en Altos Estudios de la Defensa Nacional, forma parte del equipo de investigadores del Centro de Seguridad Internacional del Instituto de Política Internacional. 


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