El Centro del Bien Común Global inaugura el curso académico con la conferencia “Educación y Valores: el Liderazgo Responsable frente a los Desafíos Culturales de Hoy”, un evento organizado en colaboración con el Instituto Schumann de la UFV y la comunidad alumni del IAE Business School en España.
Imagen de la conferencia con Ricardo Reich, Juan Pérez Miranda e Ignacio Cosidó en el Salón de Grados de la UFV.
A lo largo de la historia, la humanidad ha estado marcada por grandes líderes, figuras influyentes que han dejado una huella profunda en su evolución. Estos personajes no solo guiaron a sus pueblos, sino que ayudaron a las personas a descubrir su identidad y propósito en la vida. Sin embargo, al reflexionar sobre los líderes actuales, parece evidente que estas cualidades distintivas de los líderes del pasado ya no se encuentran tan presentes en los referentes contemporáneos. Uno de los referentes a la hora de abordar estas cuestión en estos tiempos es el Dr. Ricardo Rovira. Su bagaje, tanto personal como académica y profesional, le permiten abordar estos temas desde una perspectiva global y católica. Rovira ha vivido en diferentes países tanto en Europa como en América Latina desempeñando sus labores profesional en lugares como: la FAO, el Secretariado Permanente de la Famila en Buenos Aires, la Comisión de Pastoral Familiar de la Conferencia Episcopal Argentina (siendo su secretario ejecutivo) o el Instituto de Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra. Actualmente, Rovira es el presidente de CIVILITAS-EUROPA.
Por ello, surge la necesidad de replantearse qué significa realmente ser un líder. No es casualidad que la UFV, cuya misión es la formación integral de líderes, haya invitado a D. Ricardo Rovira para abordar esta cuestión. Según Rovira, para comprender lo que implica ser un líder en el mundo actual, es fundamental mirar al pasado, aprender de la historia y así poder proyectarse hacia el futuro de manera global y en sintonía con la realidad. El principal problema que Rovira destaca en los líderes actuales es que su función no debería centrarse en mandar, como comúnmente se percibe hoy en día, sino en servir. ¿Es el servicio lo que define a un buen líder? Efectivamente, un verdadero líder es aquel que, a través del conocimiento, logra ascender y, desde esa posición, sirve mejor a quienes están a su cargo. “Su objetivo es ser un ejemplo y referente, inspirando a los demás a mejorar y sacar lo mejor de sí mismos”, explica Rovira.
Durante años, la Iglesia ha desempeñado un papel crucial en la formación de grandes líderes, ciudadanos íntegros y personas ejemplares. Un claro ejemplo de ello es la Madre Teresa de Calcuta, quien inspira a Rovira a afirmar que las pequeñas decisiones de un líder son como gotas en el océano, sin las cuales el océano no sería el mismo. Para un líder, la educación es fundamental; es una herramienta valiosa que le permite desarrollar su propio criterio y aproximarse a lo que es bueno, bello y verdadero. Así, cuando alguien, a través de la educación, se orienta hacia el bien y se esfuerza por alcanzarlo, es impensable que ese líder sea capaz de iniciar una guerra, como a día de hoy sucede.
Es cierto que la política hoy se encuentra desprestigiada, y muchos evitan involucrarse debido a la partidocracia y la desconfianza generalizada. Pero la verdadera transformación vendrá de aquellos que, a pesar de las dificultades, decidan reformar el sistema desde dentro. La formación de buenos líderes es esencial para devolverle a la política su verdadero propósito: servir a la sociedad con integridad, sabiduría y una visión orientada al bien común.
Todo buen líder debe cuidar aquello que le ha sido confiado, empezando por la familia, el núcleo fundamental de la sociedad. Es en este primer grupo social donde se aprende a ser acogido de manera incondicional, sin expectativas de recibir algo a cambio. La familia no solo es la primera escuela donde se forjan los valores de un líder, sino también el cimiento sobre el que se construyen las ideas políticas más sólidas. Crecer en un entorno familiar que fomente la responsabilidad social desde una edad temprana contribuiría a resolver numerosos problemas, como ocurría en las familias patricias de la antigua Roma, donde el sentido del deber y el compromiso con la comunidad se inculcaban desde la infancia. Sin embargo, hoy en día observamos con preocupación que muchas de las primeras medidas impulsadas por los grandes líderes modernos parecen erosionar, en lugar de fortalecer, la base de la sociedad: la familia. En lugar de proteger este pilar esencial, algunas políticas parecen encaminadas a debilitarlo o incluso acabar con ello.
La necesidad de formar buenos líderes es más urgente que nunca en un mundo donde la política ha perdido gran parte de su prestigio y credibilidad. En este sentido, la verdadera innovación no está en ideas pasajeras, sino en volver a lo clásico: cuanto más miramos al pasado, más claridad obtenemos sobre el camino a seguir. La historia nos enseña que los grandes líderes fueron aquellos que supieron mirar atrás para proyectarse hacia el futuro.
Si no somos nosotros quienes asumimos la responsabilidad de liderar, ¿quién lo hará? Y si no lo hacemos ahora, ¿cuándo será el momento? No podemos quedarnos de brazos cruzados ante una realidad que parece perdida. “La clave está en formarnos como líderes capaces de transformar la sociedad desde dentro, con una visión clara y principios sólidos”, concluye Rovira.
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