Marta Summers
En los últimos días de 2020 dio comienzo el proceso electoral para elegir al próximo presidente de Níger, que culminó el pasado 2 de abril con la toma de posesión de Mohamed Bazoum. Esta ha sido la primera transición democrática de la historia del país, tras el cumplimiento del máximo de dos mandatos de cinco años establecido en la constitución por parte del presidente saliente, Mahamadou Issoufou. Teniendo en cuenta los numerosos casos de contravención de este tipo de límites en diversos países vecinos, la decisión de Issoufou ha sido celebrada internacionalmente.
No obstante, estos meses electorales han estado marcados por la inestabilidad y el aumento de la violencia. Por un lado, el principal candidato opositor, Mahamane Ousmane, que ya fue presidente del país entre 1993 y 1996, rechazó los resultados y la posterior resolución del Tribunal Constitucional respecto al posible fraude, lo que derivó en fuertes disturbios en la capital, Niamey, que se prolongaron durante semanas. Por otro lado, se ha registrado un fuerte aumento de la incidencia del terrorismo yihadista en el extremo occidental del país, concretamente en las regiones de Tillabéri y Tahoua. Sin lugar a duda, este tipo de violencia será uno de los principales retos a los que el nuevo presidente tendrá que enfrentarse.
A este respecto, la sospecha de que este aumento del terrorismo esté relacionado con la presencia de miembros de grupos de otros países que pudieran estar “exportando” Tácticas, Técnicas y Procedimientos (TTPs, en adelante) ha ido en aumento durante las últimas semanas. El presente documento trata de analizar la probabilidad de que esto suceda y, en su caso, cómo afectaría al contexto de seguridad de la zona. (Seguir leyendo)
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Marta Summers, analista del Centro de Seguridad Internacional del Instituto de Política Internacional
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